Pedalear la Trapananda…
Haz que las cosas pasen
Crea el mundo que deseas vivir….
Hace un buen rato había decidido viajar en bicicleta y recorrer la Trapananda,
algo simple e interesante que me pudiese llevar lejos (y al interior.. a la intimidad..) en este paisaje Prístino e Incolume.
Un día tuve una conversación sobre la pampa y el kosten (viento patagónico) que me generó mucho interés en visitar este lugar, así que planifiqué la ruta, preparé las cletas: la Surly Ogre y la Trucker, invité a mi amigo Elvis y salimos a una aventura de 150 km que duraría alrededor de 3 días.
Partimos pedaleando de Coyhaique: la ruta comienza suave por avenida Baquedano hasta el término de pavimento (alrededor del km 12) y el comienzo de la primera cuesta, luego tomamos el camino Noreste hacia el paso fronterizo, pasando por Monumento Natural dos Lagunas, un buen lugar para comer algo, beber y charlar.
El día estaba frío y caía un poco de lluvia a ratos. Subimos por la ruta X-240 tras cruzar el río Coyhaique a través del puente el zorro, nos vino la primera cuesta dura que sacó sonrisas y dolor.
Jueee…
Tras recorrer los primeros 42 km llegamos al paso fronterizo Coyhaique Alto, en donde por fin tomamos la tan buscada y oculta ruta X-565 que va bordeando la frontera con Argentina. Seguido acto vino el segundo aliento… y nos lanzamos en busca de la pampa.
Al poco andar por Punta el Monte, el frío y la lluvia se transformaron en Nieve. La ruta turística estaba dura, muchas piedras y sobresaltos; cruzamos un riachuelo y pronto a lo lejos se asomaba el Valle de la Luna, una enorme planicie que pareciera no tener fin.
Comenzamos a descender camino a Ñirehuao. Ya era tarde. Cerca de las 7 pm nos quedaba poca luz Natural y decidimos parar de pedalear, tras 24 km de andar acampamos a orillas del camino..
El frío se hizo notar; preparé el café mientras Elvis se preocupaba de la cena.. Y qué cena! Bien nutrida y abundante, era noche de luna llena y puedo decir que no fue coincidencia el estar aquí.
Tomé algunas fotos del valle, que junto a las sonrisas, puedo asegurar valieron todo el pedaleo y el frío de esa noche.
Al otro día al despertar, tras unos mates y buen desayuno, pronto decidimos salir a la ruta X-445 con dirección Ñirehuao…
El sol entre las nubes, el viento y los gauchos a caballo acompañados de aquellos cerros rocosos, nos llevaron a una realidad definitivamente paralela, grabándose por la eternidad en nuestra memoria etérea.
El camino está lleno de Pájaros: Traros, Peucos, Loicas, Águila Mora, Faisanes, Avutardas, Perdices y Rayaditos.
Acompañados con las historias de realismo casi mágico del amigo Chiqui: Pájaros saca ojos y chicas enterradas hasta la cabeza, hubo uno que otro riachuelo que nos remojó las patas, pero bien.
Y así fuimos cruzando este valle en una mañana de Otoño.
Tras un par de horas llegamos a Ñirehuao con una sed de esas de domingo tipo una de la tarde. Nos instalamos en la plaza a descansar luego de esquivar gallinas que andan libres por estos lares, pasamos a un negocio pequeño y sorpresa… los mejores berlines que he comido en mucho tiempo.
Con guatita llena y corazón contento tomamos nuestras cletas y partimos en ruta a villa Ortega, luego de un par de fotos hacia el valle seguimos subiendo las cuestas disfrutando de aromas y paisajes infinitos.
Llegamos a la villa el domingo tipo 5 de la tarde, muy pero muy tranquilo y con algo de sol todavía, así que decidimos relajarnos, comer y contemplar todo. Literalmente…
Aquí descansamos la segunda noche y tras unos mates y una nueva sesión de fotos con luna, nos escondimos del frío que ya causaba estragos, optamos por su buena sopa y al tuto.
El día nos despertó congelados!!
Todo estaba escarchado: las bicis “tiesas”, los dedos torpes, era absolutamente necesario preparar nuestro “café Altura” para revivir, mientras el sol comenzaba a asomar entre los dedos del cerro Mano Negra.
El reaccionar fue lento, pero tras algunos minutos expuestos al sol como lagartijas, volvimos a montar las cletas y partir rumbo a Coyhaique.
Eran 25 km por la Ruta 7 en camino rural con tres cuestas entre bosques de Ñire, campos otoñales multicolores, montañas llenas de nieve y amigos en la ruta, saludando..
Los últimos 10 km de la Ruta 7 pavimentada: relajados. Nos acercábamos a la ciudad en donde nos esperaba el Mati junto a un buen almuerzo en el Mamma Gaucha para culminar esta aventura con una buena cerveza.
Tenemos que agradecer a :
Surly bikes por las cletas muy aperradas.
A Hilleberg por la pulenta carpa.
Una Velocidad por creer en Nosotros y enviarnos lo necesario pa las bicis.
a María Paz por tapizarnos pal viaje .
Café Altura por mantenernos despiertos y felices..
a los chocolates 100% cacao de la mama de Laura que nos salvaron la vida.
al Toño, el Mati, Arturo por quedarse con las ganas, a Laura cabeza de pasto, Lorens, Cybill, al Pedro por dedicarme una canción de ánimo, Laurita Vip, al guarda parques de CONAF por la conversa, a Cécile y Ana por el Play List, al chaneta Vera por ese último aliento que tanto nos sirvió, al Mamma Gaucha por la suculenta comida y a todos aquellos por el apoyo y la buena onda, la que nos motiva a pedalear nuevamente por esta Patagonia …
COMMENTS / 2 COMMENTS
Nacha added these pithy words on Abr 29 16 at 7:53 pmBuena momito! Mansa aventura ciclistica, que sigan los relatos de pedaleo para inspirar ^^
Momo Viñals added these pithy words on Abr 30 16 at 6:25 amNacha..cuando vuelvas vamos a pedalear nuestra propia aventura 🙂
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